Las pérdidas patrimoniales que sufrimos este verano

Con el inicio de septiembre y aprovechando la incorporación generalizada a la rutina, nos gustaría dar espacio y voz a un fenómeno que por desgracia también se ha vuelto ya rutinario: las incorporaciones a las listas roja y negra de patrimonio que publica la organización Hispania Nostra

En primer lugar, ¿qué significa la incorporación de una obra a la lista roja? La lista roja recoge a aquellos elementos del patrimonio cultural de España que se encuentran en riesgo de desaparición, destrucción o alteración. Es decir, se trata de proyectos amenazados pero no condenados —de momento—. Por otra parte, en la lista negra se incluyen las obras cuya pérdida o alteración resulta ya irrevocable. Hasta la fecha, en 2022 han sido incorporadas dos nuevas obras a la lista negra, y más de 90 a la lista roja. 

El patrimonio industrial sale especialmente mal parado, con ejemplos de abandono como el conjunto minero-industrial de los lavaderos de La Recuelga, con construcciones que datan de 1920 a 1940 y fueron declaradas en 2021 Bien de Interés Cultural en calidad de conjunto etnográfico protegido. Por desgracia, esto no ha bastado para insuflar la vida que necesita el elemento patrimonial, que se enfrenta a serias muestras de desgaste causadas por el prolongado abandono.

Por su parte, la Central térmica de Velilla, construida en la década de 1950 y perteneciente a la compañía Iberdrola, habiendo estado en activo hasta el año 2020 y con un estado de conservación excepcional, ha sido incluida en la lista negra debido a la demolición de su emblemática torre de refrigeración. El patrimonio religioso también ha tenido un claro protagonismo en la lista roja, con edificaciones de todas las épocas y tipologías amenazadas por el abandono.

Cabe reflexionar acerca del tan frecuente y peligroso abandono, que paradójicamente convive con un afán frenético por la edificación indiscriminada. ¿Por qué no aplicamos a nuestro patrimonio el lema de la reutilización que tanto se ha promocionado en el caso de otros elementos? ¿No sería quizás pertinente enfocar nuestros esfuerzos hacia las adaptaciones respetuosas que den una nueva vida a nuestro patrimonio, insuflando de vida una memoria que se abandona y se da ya por muerta?


ARCA. Plataforma para la Protección del Patrimonio Arquitectónico en España

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