La arquitectura escolar como herramienta pedagógica

Cada vez con más claridad, intuimos que vivimos en una época de transición. Ante este presente, el diseño de los colegios ha dejado de responder a las certezas de los tipos heredados para pasar a ser un campo de experimentación. Las nuevas teorías pedagógicas sirven de inspiración para el desarrollo de estrategias espaciales innovadoras. En ocasiones, es la propia arquitectura la que ayuda a definir los métodos educativos más transformadores y progresistas. Este diálogo entre arquitectura y pedagogía está cristalizando, en el mejor de los casos, en experiencias formativas que superan el modelo disciplinario y apuestan por la creatividad, la experimentación y la diversidad como valores centrales. 

A través de cinco ejemplos de arquitectura escolar contemporánea, desde la C-guide vamos a identificar pistas que nos ayuden a comprender cómo se está pensando el espacio donde se formarán las futuras generaciones. O dicho de otro modo, el germen del mundo del mañana. Estos son los ejemplos que hemos escogido:

Colegio Reggio
? Oficina de Innovación Pública
? Madrid

Colegio Belvue
? Studio Weave
? Londres
Ficha en la C-guide

Colegio Ataliba Leonel
? spbr arquitetos
? São Paulo
Ficha en la C-guide

Colegio Biodiversidad
? Chartier Dalix
? París
Ficha en la C-guide

Colegio Cheré Botha
? Wolff Architects
? Ciudad del Cabo
Ficha en la C-guide


Una nueva concepción de la naturaleza. Biodiversidad

La urgencia de cambiar nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza que nos suscita el cambio climático resuena con fuerza en algunos de los proyectos educativos elegidos. El Colegio Reggio, de Andrés Jaque, apuesta por una arquitectura en la que los humanos son sólo uno de los múltiples habitantes. Además de albergar un bosque, que contribuye a la oxigenación y la regulación térmica interior, el edificio prevé lugares exteriores visibles pero no accesibles para los humanos, donde las aves pueden anidar sin ser molestadas. Otro de los elementos susceptibles de ser habitados es su característica piel aislante de corcho: servirá de hábitat para multitud de especies vegetales, insectos y hongos. La arquitectura muestra así a los niños la interdependencia de los distintos seres y la necesidad de preservar las relaciones simbióticas que sostienen la vida.  

Esta voluntad de reintroducir la biodiversidad en la arquitectura y en la ciudad es el tema central del centro diseñado por Chartier Dalix, en París. El edificio, llamado precisamente Colegio Biodiversidad, parece haber arrancado un trozo de pradera campestre para situarla en pleno centro de París. Los alumnos aprenden la importancia de los procesos de polinización así como métodos de agricultura ecológica respetuosos con el ecosistema.

Compromiso con la ciudad

El colegio parisino es un ejemplo de cómo la más innovadora arquitectura escolar está comprometida con su entorno urbano. No solo por introducir la biodiversidad en la ciudad. El centro acoge también funciones (como su gimnasio) abiertas a vecinos fuera de la comunidad educativa. Esto permite que sea percibido como un edificio cívico importante en la vida del barrio, de modo que sus valores educativos conciernan a todos. 

El Colegio Ataliba Leonel de Sao Paulo, diseñado por spbr arquitetos, es también un ejemplo de compromiso tanto físico como social con su entorno. Las galerías, donde se produce la socialización de los alumnos entre clases, son miradores. La vida del centro no pretende ser un microcosmos, sino estar en relación con su contexto, incentivando la reflexión de los estudiantes sobre su entorno urbano. Se trata de que los estudiantes relacionen el conocimiento adquirido con sus condiciones individuales y colectivas. El gran vacío que articula el espacio entre las aulas es, en palabras de sus arquitectos, el dispositivo que conecta el espacio educativo con el barrio, de manera literal (el patio se abre a actividades del barrio los fines de semana) y también simbólica. Unos grandes paneles ocupados por obras de artistas locales presiden el gran espacio de encuentro, con el paisaje urbano como telón de fondo.

En este mismo sentido, el Colegio Reggio de Madrid propone un ágora que además es un bosque, un lugar donde los alumnos pueden desarrollar el innovador programa pedagógico del colegio, que propone que los estudiantes formen asambleas y deliberen sobre los asuntos escolares, alimentando así un espíritu de diálogo democrático.

Diseñar con y para la imaginación del alumno. Nuevas narrativas espaciales 

Una arquitectura comprometida con la creatividad de los alumnos es una arquitectura que se abre a la imaginación de los niños desde su misma concepción. Es el caso del Colegio Reggio de Madrid. En el proceso de diseño estuvieron implicados tanto estudiantes como profesores. A través de múltiples sesiones participativas, los alumnos sugirieron, entre otras cosas, que el colegio fuera un jardín y que no hubiera muros divisorios. Estas intuiciones, tomadas como valiosas herramientas de diseño y traducidas por el lenguaje arquitectónico del diseñador español, han generado una espacialidad donde la imaginación puede florecer en múltiples direcciones.

Que la arquitectura tiene la capacidad de generar relatos lo saben bien en Studio Weave, los autores de las aulas Woodland en el Colegio de Belvue en Londres. Su proyecto vino propiciado por la incorporación de un pequeño bosque adyacente al centro, donde se erigieron nuevas aulas. Junto a los alumnos, los diseñadores llevaron a cabo una serie de talleres para resignificar el bosque a través de la invención de narrativas. El resultado fue la construcción de una serie de umbrales que conectan el espacio conocido del colegio con el ámbito misterioso y mágico del bosque. Una narración materializada y una invitación a cruzar el límite de lo que está por inventar.

El colegio como un espacio público. Abrazando la diversidad

Uno de los grandes logros del Colegio Reggio de Madrid es haber acabado con la centralidad del deporte como espacio de ocio escolar, y por tanto con sus potenciales situaciones de discriminación. En su lugar, se presentan múltiples espacios conectados entre sí. Por ejemplo, la biblioteca es un espacio abierto en continuidad con el espacio exterior. El estudiante puede encontrar los lugares que mejor conecten con su sensibilidad personal y no sentirse obligado a adaptarse a un espacio prescriptivo.

El colegio Cheré Botha, de Wolff Arquitectos, presta también una atención especial al espacio fuera de las aulas. El diseño de los espacios de socialización es el centro de la reflexión arquitectónica. A partir de los análisis sobre el espacio público en las ciudades mediterráneas de Fumihiko Maki , se generan lugares con diversa escala y cualificación lumínica, donde el objetivo es favorecer el sentido de colectividad y la integración de alumnos autistas. El espacio se convierte así en una herramienta para facilitar la interacción social y el encuentro.

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