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Tuve la suerte de nacer en Porcuna (la antigua Obvlco), un pueblo que me rodeó de arquitecturas heredadas y me enseñó la importancia del estudio del pasado. De aquí surge mi interés por la relación entre la arquitectura contemporánea y el patrimonio y se define el tema objeto de fondo en toda mi investigación: el Espacio entre las ruinas.

Vivo en Sevilla desde que vine a estudiar Arquitectura. Gracias a una beca fui a recalar al estudio de Alberto Campo Baeza, donde encontré a un maestro y donde aprendí el significado de tres palabras fundamentales para un arquitecto: la PRECISIÓN, la LUZ y la RAZÓN. Con ellas comprendí la trascendencia que para un arquitecto tiene buscar denodadamente la belleza.

Intentando encontrar el genius loci que a lo largo de la historia del hombre ha ido condicionando su arquitectura, llegué a Valparaíso (Chile) y, tras quedar asombrado por su belleza, decidí escribir allí mi tesis doctoral.

Entiendo la arquitectura como el duro y serio trabajo de un artesano que busca continuamente nuevos materiales y nuevas técnicas y que conociendo perfectamente el pasado lo actualiza con un único fin: hacer un espacio habitable para el hombre.