Encuentros ARCA | Debate: El valor del patrimonio arquitectónico para la sociedad

Los Encuentros ARCA fueron una jornada sobre la protección del patrimonio arquitectónico contemporáneo celebrada en Madrid el 25 de mayo de 2023. En esta serie de artículos, desgranamos cada una de sus charlas: ofrecemos la grabación completa y algunos destacados.


La mañana de los Encuentros ARCA finalizó con un debate sobre el valor del patrimonio arquitectónico para la sociedad. Moderada por nuestro patrono Víctor Pérez Escolano, el debate implica a un amplio panel de personalidades de relevancia de diversos sectores relacionados con el patrimonio arquitectónico.

La arquitecta Benedetta Tagliabue, presidenta de la Fundación Enric Miralles, alude a las consideraciones sobre el patrimonio arquitectónico contemporáneo desde su experiencia en la Fundación Enric Miralles. “A menudo existen dificultades para la preservación de los valores de la arquitectura de construcción reciente”, asegura. Presenta algunos casos de obras de Miralles que han sido modificadas y se encuentran en serio riesgo de desaparición, y advierte: incluso siendo herederos de los derechos de autor de Miralles, sus posibilidades de acción son limitadas.

Juan Antonio Ortiz Orueta, vicepresidente segundo del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), incide en la importancia de la sensibilización social acerca de las arquitecturas modernas y contemporáneas. Esa sensibilización tiene para él varios cauces. Uno es la intervención de los poderes públicos, pero, añade, “resulta igualmente importante hacer consciente a la ciudadanía en general de que aquello que construimos hoy es el patrimonio del futuro”. De ahí la importancia de preservar la arquitectura reciente. Advierte, eso sí, contra la congelación o la musealización: defiende valorar las intervenciones sobre el patrimonio con criterios de calidad, y la capacidad de los equipamientos construidos para asumir nuevos usos y transformarse en el tiempo.

Interviene después Silvia Rodríguez-Bermejo, jefa de área de protección de patrimonio y proyectos europeos de la Dirección General de Bellas Artes, Ministerio de Cultura y Deporte (MCD). Recuerda el Convenio de Faro del Consejo de Europa, ratificado por España en abril de 2022. “Faro insiste en una idea clave: que toda persona tiene la libertad de decidir qué es patrimonio y cómo quiere relacionarse con él”, señala. A continuación, defiende que hay muchas razones para que la arquitectura contemporánea sea patrimonio. Primero, porque el valor de antigüedad no es el único a tener en cuenta: “Entran en juego valores artísticos, materiales e incluso inmateriales, ya que habitar el espacio conlleva una enorme riqueza cultural”. Añade que la vía de protección más interesante es la del catálogo municipal, que goza de mayor cercanía y conocimiento del territorio.

Mar Loren-Méndez, directora de la Cátedra UNESCO en Patrimonio urbano construido CREhAR (creative Research and Education on heritage Assessment and Regeneration), retoma la idea de la dificultad de sensibilización social sobre el patrimonio contemporáneo: “Ese patrimonio modesto, discreto, invisibilizado, que realmente constituye la gran mayoría del que nos rodea”. Plantea la necesidad de asumir la transdisciplinariedad, y la integración de lo social con lo material (más allá de sus valores inmateriales). “El valor patrimonial reside en lo relacional, en la intersección entre entorno, comunidad y objeto, en un proceso dinámico”, afirma. Concluye que la clave para lograr la valoración de la comunidad es incluirla en todo el proceso de caracterización patrimonial, incluyendo la metodología.

Celestino García Braña, presidente de la Fundación Docomomo Ibérico, alude de nuevo al Convenio de Faro. Advierte que la afirmación de que todo puede llegar a ser patrimonio implica que nada es patrimonio: “El patrimonio, en cierto modo, no existe. Tan solo adquiere entidad cuando la sociedad fija una determinada atención sobre él. Por eso es necesario diferenciar entre lo que tiene potencial para ser patrimonio y lo que realmente es patrimonio”. Para García Braña, el punto de vista del historiador, del crítico y de la ciudadanía sensible debe articularse y transmitirse a la sociedad de forma que ésta sea capaz de expresar su adherencia a un determinado elemento patrimonial. “Es en ese punto cuando podemos considerar que el patrimonio es objetivable y legislable”. Por último, añade que es necesaria la perspectiva del tiempo para la patrimonialización de la arquitectura contemporánea.

Teresa Couceiro, directora de la Fundación Alejandro de la Sota, defiende que el patrimonio arquitectónico, para ser considerado como tal, debe estar antes reconocido como arquitectura de calidad. En este sentido, aboga por formar a la sociedad de manera que haya un criterio generalizado para valorar y respetar la arquitectura de calidad. “Es responsabilidad de los arquitectos y las instituciones saber comunicar y difundir, saber llegar a la sociedad”, apunta. Desde su experiencia en la Fundación Alejandro de la Sota, ha notado que cada vez existe un mayor interés por parte de la ciudadanía: “Hay que aprovechar esas ganas de conocer, esa curiosidad”. Formar a la sociedad, concluye, serviría para que sea capaz de presionar “con criterio” a quienes toman las decisiones para proteger el patrimonio.

Alberto Tellería, de la asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, llama la atención sobre la implicación sentimental que tiene la ciudadanía con la arquitectura en la que habita: “La relación emocional con la arquitectura comienza en la infancia, cuando inevitablemente se desarrolla cierta sensibilidad con los espacios arquitectónicos en los que hacemos nuestra vida”. Considera fundamental en este sentido el estado de conservación de las arquitecturas que nos rodean, ya que resulta difícil valorar algo degradado o en estado de abandono. Por este motivo, Tellería apunta a la necesidad de respetar la arquitectura más allá de su régimen jurídico. Y añade: “En cuanto a la antigüedad, quizá haya llegado el momento de revisar por qué si con un libro recién editado podemos decidir de inmediato que estamos ante una obra maestra y protegerla, no sucede lo mismo con la arquitectura”. Advierte que el precio del suelo y las prácticas de especulación son una razón para ello, y siguen constituyendo la mayor amenaza al patrimonio arquitectónico.

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