Catalizadores comunitarios

Muy a menudo, las dinámicas de vida en las grandes ciudades del mundo hacen difícil la creación de lazos comunitarios. Los extensos horarios de trabajo, unidos a la progresiva especialización programática de los espacios de ocio, hacen cada vez más difícil el encuentro y el sostenimiento en el tiempo de las relaciones sociales. ¿Cómo puede la arquitectura hacer florecer la vida comunitaria? Esta semana desde la C-guide damos la vuelta al mundo visitando cinco obras que crean oportunidades para ello mediante diferentes estrategias. Estas son las que hemos escogido:

Espacio Cívico Paris-Saclay
? Muoto Architects
? París
Ficha en la C-guide

Biblioteca de Peckham
? Alsop and Störmer
? Londres
Ficha en la C-guide

Centro Cultural B. Fatma
? 9016 Mimarlik
? Estambul
Ficha en la C-guide

Biblioteca en Hunters Point
? Steven Holl
? Nueva York
Ficha en la C-guide

Centro Comunitario East Garden
? Wuyang Architecture
? Shanghái
Ficha en la C-guide


Programa diverso y espacios de encuentro

En una época en la que la mayoría de las actividades de tiempo libre se asocian al deporte y el ejercicio físico, el diseño de estos espacios resulta crucial para favorecer el intercambio social. En el caso del espacio cívico Paris-Saclay, las instalaciones deportivas, la cafetería, el comedor y el gimnasio se encuentran conectados a través de una sucesión de terrazas con una gran escalera monumental a modo de espacio público interior. Así, se vinculan programas de distinta naturaleza con espacios abiertos y de función indeterminada. Lo que permite al edificio actuar como una máquina creadora de encuentros entre miembros de la comunidad universitaria que de otra forma quizás nunca sucederían. 

El centro cultural B. Fatma en Estambul adopta una estrategia similar, situando funciones más privadas de la comunidad aleví junto a otras más abiertas como la sala de conferencias. Estas funciones, alojadas en volúmenes de madera, quedan conectadas por una serie de calles interiores que propician el encuentro. Se trata de fomentar al mismo tiempo la cohesión de la comunidad y su apertura hacia personas de otras procedencias. La gradación progresiva entre lo privado y lo público consigue el contacto entre diferentes realidades de manera suave y sin generar fricciones. 

La biblioteca pública de Peckham en Londres fue pionera en la nueva generación de bibliotecas que se conciben como un espacio social. El espacio principal combina las funciones más tradicionales (consulta y estudio) con espacios más informales y zonas infantiles adaptadas. La espacialidad queda definida por el nivel de silencio requerido. En contacto visual con el espacio central, pero aisladas acústicamente, se sitúan las salas de reuniones y de trabajo en equipo, que además ayudan a diferenciar las zonas de distinto nivel acústico. 

Una de las versiones más actuales de la biblioteca como espacio comunitario lo encontramos en la de Hunters Point en Nueva York. En este caso, se ponen en conexión zonas específicas para niños, adolescentes y adultos, favoreciendo un diálogo intergeneracional muy necesario en estos tiempos. 

Arriba izq.: detalle del Espacio Cívico París Saclay. Arriba dcha.: detalle del Centro B. Fatma.
Abajo: interior de la biblioteca de Peckham.

Icono para la comunidad

Uno de los motivos del éxito de la biblioteca de Peckham es haberse convertido en un icono del barrio y un símbolo de progreso social. La composición, que interpreta elementos corbuserianos de manera libre y lúdica, ha conseguido conectar con el espíritu multicultural y juvenil de la comunidad de Peckham. Quizás una de las claves de este feliz resultado haya sido el contar con los colectivos que trabajan en el barrio. Así se ha conseguido no sólo dialogar con la estética local, sino una complicidad con el tejido local social clave para que la comunidad sienta el nuevo equipamiento como propio.

La nueva biblioteca de Hunters Point se ha convertido también en un icono de esta zona de Nueva York frente a la isla de Manhattan. Su diseño va contra la tendencia actual de incorporar espacios de ocio y culturales en el interior de los edificios residenciales. Una tendencia que quita importancia a los espacios cívicos y públicos, donde se puede crear comunidad más allá de los límites del espacio privado. Para sacar a la gente de sus torres-fortaleza, el proyecto de Steven Holl propone una atractiva caja de hormigón de lenguaje contemporáneo, recortada para dejar ver la diversidad de espacios del interior y atraer la curiosidad de los vecinos. 

Esta estrategia de transparencia de usos es todavía más explícita en el caso del condensador de Saclay. El apilamiento de usos sociales diversos configuran la expresión arquitectónica del edificio. Son sus usuarios, visibles desde el exterior, los que a través de sus actividades conforman una imagen con la que la comunidad universitaria se identifica.

Vincularse al espacio público

Para facilitar el encuentro social, los equipamientos elegidos coinciden en una estrategia común: establecer un vínculo con el espacio público de la ciudad.

La biblioteca de Peckham se sitúa junto al centro deportivo del barrio, delimitando una plaza intermedia. La propia forma del edificio, cuya sala principal sobrevuela la superficie de la plaza, ayuda a configurar el espacio público creando un exterior protegido de la lluvia que actúa como umbral y lugar de encuentro del equipamiento.

En el caso del centro cultural Fatma, el complejo cívico genera un ámbito urbano donde antes había un vacío entre distintos tejidos residenciales. El centro actúa como un conector público, un paseo peatonal que resuelve la diferencia de cota generando porosidad en la ciudad. Los nuevos flujos generados son la savia que produce la vida comunitaria en el centro. 

Por su parte, la biblioteca de Hunters Point nace intrínsecamente unida al nuevo parque urbano del paseo marítimo de Long Island City. El edificio ocupa la mínima huella posible para dejar espacio al parque, cuyos caminos parecen continuar en el interior gracias a la fluidez de la sección. De día, el edificio es una prolongación de la actividad pública que ocurre en el parque.  De noche, se convierte en una lámpara que ilumina el exterior.

Recuperar espacios para la comunidad

En ocasiones, la arquitectura sólo ha de aprovechar las oportunidades que le brinda el lugar. Como el Centro Comunitario East Garden de Shanghái, cuya operación espacial consiste en abrir hacia el barrio un antiguo edificio que previamente había sido utilizado como centro de salud. Gracias a la intervención, dejó de ser un lugar aislado por un muro opaco para convertirse en un lugar de comunicación con el barrio. Una vez recuperado para la ciudadanía, los espacios exteriores se convierten en un jardín público que conecta con la cultura local. Tiene la vocación de albergar eventos culturales relacionados con los vecinos, en contraste con la utilización de la cultura como reclamo turístico llevada a cabo en muchos otros de los espacios públicos de la ciudad china.

En el caso de la biblioteca londinense de Peckham, parte del programa cultural de la misma lo llevan a cabo colectivos locales, que usan el edificio para realizar eventos y su espacio exterior para organizar exposiciones de arte urbano. Esta biblioteca nos recuerda que la práctica arquitectónica que desea crear comunidad no puede darse por finalizada el día que acaba la obra, sino que ha de aspirar a generar procesos que se mantengan en el tiempo por medio de la participación activa de la ciudadanía.

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